¿Desde cuándo medimos la inteligencia?
¿Cómo saber si alguien es más inteligente que otro?
Desde el principio de los tiempos se había confiado en juicios intuitivos para determinar la inteligencia de los demás. A comienzos del siglo XX desde diferentes entornos se siente la necesidad de poder cuantificar de una manera más objetiva e incluso de predecir el potencial de una persona según su inteligencia de partida.
El cociente intelectual aparece como una gran solución. A través de una simple fórmula y relacionando en ella la edad mental y la edad cronológica de la persona podríamos obtener valores que nos permitirían comparar a unas personas con otras a través de los mismos parámetros.
La edad mental se obtiene a través de una serie de test que ponderan al alza los aspectos matemáticos y lógicos del razonamiento y descarta prácticamente por completo todos los demás.
Esto hace que las personas con mejores puntuaciones en cociente intelectual sean las que destacan en disciplinas científicas, matemáticas e incluso lingüísticas y que sean también las que popularmente se conocen como “más inteligentes”.
Este tipo de medición llega hasta nuestros días y sigue condicionando la manera de estructurar nuestro sistema educativo y la manera en la que percibimos a los demás.
Howard Gardner y la Teoría de las Inteligencias Múltiples
Howard Gardner, a través de los estudios que realiza en el ámbito de la naturaleza del potencial humano y de su enfoque del pensamiento humano más allá de los estudios cognitivos, realiza en los años 80 su primera publicación relacionada con la pluralidad del intelecto. La Teoría de las Inteligencias Múltiples, según la cual todos nosotros poseemos ocho inteligencias diferentes revolucionará el sector académico y educativo.
Un nuevo enfoque del talento humano que permite generar comprensión y admiración hacia diferentes potencialidades en las personas. Una dimensión diferente en la gestión de equipos. Una nueva vía de incorporar sinergias en las organizaciones a través de la complementariedad y de la focalización en las propias fortalezas.
Una manera diferente de mirar a los niños desde pequeños. Sin encasillarles. Valorando su potencial. Impulsándolo.
¿Sabrías identificar una sonrisa de verdad? Aprende a diferenciarlas.